Ni a sus excéntricas olas, carismáticas, ensortijando mis cabellos de proféticas sirenas
Me transformé en el horizonte hundido, como la inmensa oquedad de un buque a la deriva,
de pequeña voz
Una estrella azul, avisando del eclipse, me apunta con su distancia, sus millones de años luz nos separan
Ella, larga sinfonía
Yo apenas un cero y la nada en la mirada del unicornio, con el vuelo mareante de mariposa infeliz
¡Te llamaría Cleopatra!
Y tus ojos de alba esmeralda rasgando nuestro viajero apocalipsis
Si alguna vez dejaras de escucharme, ralentízame sobre las negras hojas que oscureciendo tus brillos a mí me enamoraron
Caigo sobre ti,
Si yo supiera esconderme:
como híbrida águila sobrevolando las cumbres de tus recónditas montañas
como bosque oscuro que apacigua al cervatillo extraviado y temeroso
en la oscuridad del fantasma silente, emperezado de vida
Árbol de cordero y sombra
Buscándome en mis días de corto placer
Los castigos son bailarinas macabras, rotando sobre el ecuador de mi cintura, eléctricos acordes fungiendo en la profundidad de los misterios. Damisela del mañana ¡ábreme tus puertas! a la puesta de un sol proscrito, en prostíbulos de mansa e imaginaria anarquía
Me escuece tu pequeña figura renacentista, tus ojos difuminados sobre mi expresión, crimen de pasiones rotas, asomas a los cielos, tu pico más grande. Tu viaje me transforma en tu ser diabólico y solitario,