¡Cómo rugen las comparaciones!
yo que vivo en la soledad de mis hechos
frutos que pesan colosales sobre los imaginarios ardientes
¡Todo aquello que pedimos!
distancias, kilómetros,
esos huecos entre escamas
de los trópicos
y sus disparatados peces de abismos grisáceos
embriagados bajo telas de mar
expuestas las hijas sobre la mesa circular
descamisadas
espíritus sin forma,
brumas coléricas
atravesando los extintos, sus tragedias encerradas
habré perdido la memoria
fatídica en un temblor del estanque
habré muerto
desprovisto de mi carne,
y de mis cabellos poco ruidosos
despacio
cógeme, despacio,
abrígame
pues hoy el ángel no me nombrará
don dumas
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