Una mujer agita mis ojos rojos, su mitad
ángel
alumbra un sonido de verdades
sembrado en el misterio
Agarrado a sus alas infatigables
con mi dureza
me elevan del sucio barro, no se
caminar en el vacío
Avisto en mi agreste altura
el sueño de mis hijas dormidas bajo
mis sombras
Se hacen lunas en el charco de mis
recuerdos
Me hace luz el sencillo roce de sus
labios perennes
acariciando el despertar de cualquier
mañana
Me rescato en un Dios mudo
Dejó de llover veneno
en noche que destruye al día
en vuelos que arrebataron la
lentitud
don dumas