Es ahora
cuando tus manos son ruegos y lamentos
No hay lástima
Y en esta alegoría del Sonido surge
la negrura de un profundo pensamiento
Territorio ciego, andina flor que brota en la noche
De pétalos negros maldiciendo a su perfume
regalado a la niebla, a su espesa cordura
Mi voz como almena de los pájaros
busca el refugio del profeta
en la vaga oscuridad de un silencio ensombrecido
Aún le acompaña el río de los ¡sórdidos!
Caudal hambriento y abierto a la claridad
de las perturbadoras sinfonías
Y enciende la curiosidad de la luciérnaga
hacia su anónimo brillo
No eras la noche cerrada, cual canción muerta
ausente de estrellas...
Fuiste un latigazo a mi negación
don dumas
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