Guardo el silencio en la orilla apagada,
en esta irrealidad, su inmensa fractura
como raíz del árbol,
imaginando la superficie
que se expone a la tormenta
Tarde la pluma cantaba,
recorría su voz una solemne oscuridad
entre alas de un vencejo herido,
tal vez enamorado,
tal vez herido
Era la única forma que se deforma
en el perverso acantilado
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