¡Cuántas cadenas regurgitarán de las tumbas que visitaron nuestros poemas con los extremos dulces que se agitan con tentáculos de fiel guerra adulada en las sombras amantes de la hierba que nunca mueve el viento! Y secan voces lejos de la atroz mirada de luces sentadas sobre el carcomido metal resucitado. Testigos

Hasta la extenuación.
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