Días de Juno, respiro su polvo desesperado
de requiem nodriza, de suave luz, caricia de mi rostro petunia,
despertando en los años, vástagos de los profundos huecos
En este silencio abrasador, soy inocente, más allá, un deseo morboso, agitado lado oculto, en espera de los círculos mojados, su néctar y su sangre, sangre verde, de aceite, engolándome a sucesos de sirena desnuda, altos sus cabellos rubios y rojo amanecer, sintiendo sus desvelos árticos, en mis visiones, al plasma escurridizo mi adorno, sea su veneno, paradoja del olvido exclamado, todo existe bajo el frío
la desolación
don dumas
Mi admiración por Humberto Díaz Casanueva
Tremendísimo poema, tal como cierras con esas dos palabras.
ResponderEliminarInmenso y absolutamente desolador...
Besos
En el plano de la desolación se vuelcan los ojos y la inspiración.Apenas margen de elección.
EliminarBeoss