29 Agosto 1992
Yo las vi
morir
cayendo
de sus ojos
espesas
lágrimas
hijas del
dolor.
Vestidos
de seda
de blanco
liviano
cubrían
su cuerpo
de sangre
impregnado.
Yo vi la
mano cruel
con
afilada daga
abrir sus
pechos
para
sacar sus almas.
Grité
¡compasión!
Intenté
convencer
apelé al
Amor y
mi voz no
se escuchó.
Adiós
amadas mías
que por
vuestra belleza
el coral
a imitaros
nunca se
atrevía.
Yo os oí
cantar
notas de
sirenas y ninfas
que me
alimentaban
cual rey
con un
delicioso manjar.
Las
flores se marchitan ya
en sus
praderas arrebatadas.
Donde
unos hombres cabalgan
sobre los
lomos de la bruma
vestidos
con armaduras
de acero
impenetrable
cruzan
lagos, valles, mares
y tierras
de hombres jóvenes
con finas
dagas doblegadoras
que
amenazan, crueles,
con
matarlos.
Con la
oscuridad, mensajera
de
fatídicas señales venideras
trotan
los siniestros caballeros
logrando afines compañeros.
SIREBILO
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